Datos
de la autora:
Oriunda
de Ponce, Puerto Rico. Obtuvo un bachillerato en Drama y una maestría en
Administración y Gestión Cultural en la Universidad de Puerto Rico, recinto de
Río Piedras. Tiene intereses particulares en la dramaturgia, escritura de
narrativas y dirección teatral. Ha dirigido más de 15 obras de teatro de las
cual ha escrito tres. Experiencias en talleres y festivales internacionales de
teatro: Perú, Ecuador, Argentina, Uruguay, Costa Rica y Estados Unidos.
Apasionada de los aviones y viajes culturales. Izquierda y de la izquierda. Es
activista en afinidad con la luchas a favor de una educación accesible para
todxs, los debates sobre la soberanía política en Puerto Rico, la equidad de
género y la protección del medio ambiente. Actriz, artista, educadora y lectora
voraz. Soñadora de dedicarse pronta y completamente al desarrollo cultural y
teatral del país.
Mostaza
mostaza
Hace
poco fui al “mol” para comprarme algo de comida. Estaban demasiado llenos los
restaurantes, así que desistí de la idea. Pensé en hacerme algo de comida
rapidito en casa. Me fijé que las tiendas estaban llenas de un montón de
maniquíes bien feos, con unas poses de problemas en el sistema nervioso y
neuronal. Todos eran esqueléticos. Entré a una tienda buscando una camisa color
mostaza que resaltaba en el “rak”. Solo quedaba “ejmol” y “midium”. Cogí la
“midium” y por si no me quedaba bien, busqué otras camisitas que vi por
allí. Me medí la cortita de telita que parece “beibidol”. Esa camisa
mostaza sí que está chula. No me sirvió. La necesitaría “larch”. Últimamente
tengo una obsesión con el color mostaza y no hay casi nada de ese color. Bueno,
sí hay algunas cosas de ese color, pero no el mostaza mostaza que me gusta. Es
que hay unos colores mostazas que se ven medios “gasiaoj”. Entonces ahí vino el
verdadero “strogol” en el probador. Me senté con la camisa para ver si se me
salía el chicho. Traté de subir los brazos pero como la camisa me quedaba
chiquita no pude. No sabía qué decidir, porque como hace poco empecé a hacer
ejercicios, puede que esa camisa me sirva de aquí a tres meses. Me quedé
sentada en el asientito del probador pa’ ver si por fin me decidía por la
camisa. No me medí las otras camisas que me llevé al probador porque de verdad
no me gustaban tanto. Consumí el tiempo mirándome en el espejo, agarrándome los
chichos, peinándome y sacándome espinillas en el espejo. La muchacha que
trabaja en el probador no sospecharía, pues como tenía más camisas para
medirme, ella iba a pensar que me las estaba midiendo. Me asomé por la cortinita
y le pregunté:
- ¿no te queda la mostaza en “larch”?
- No me queda, se han acabado rápido
las de ese color.
Me volví a mirar al espejo mientras
aguantaba el aire pa’ bajar la pipa. Recogí todo, me puse mi ropa y sentí un
alivio gigante. Nada me apretaba y podía subir los brazos sin problema. Dejé
las camisas con la muchacha del probador, pero me llevé la del mostaza mostaza
que me gusta. La pagué. Seguí caminando mientras “metía la pipa pa’ dentro”.
Llegué a mi casa, me bañé, me lavé la boca y me acosté a dormir sin comer.
- DESCALZA ©2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario